La ardilla roja estaba triste. Sentía una pena muy honda porque su madre se había muerto y pensaba que nunca más sería feliz. Su padre le secaba las lágrimas con ternura, intentando consolarla…
A primera vista, podría parecer que con esta propuesta literaria y artística los lectores infantiles sientan cierto desasosiego; pero al igual que le sucede a la pequeña ardilla, los niños y niñas perciben de un modo natural la experiencia de la muerte. Y buscan respuestas. La distancia que aporta la fantasía resulta básica para ayudarles a entender la pérdida de los seres queridos.
Se trata de una historia entrañable, llena de ternura y delicadeza, que abre las puertas a un tema profundo y de tratamiento necesario, dando sugerencias abiertas y tranquilizadoras sobre la continuidad de la vida.
El relato de Elisa Ramón aborda el proceso del duelo desde el enfado y la ira hasta el efecto reparador de un abrazo, el llanto desconsolado, la soledad y la incomprensión; pero también la recuperación del equilibrio emocional a través del amor y los recuerdos. Combinando acuarelas, ceras y lápices, las ilustraciones sencillas y tiernas de Rosa Osuna destacan por su acierto en la representación de la figura ausente, y la presencia de elementos simbólicos y objetos que enriquecen la lectura visual.La pequeña ardilla sentía una pena muy grande porque su madre había muerto, y pensaba que nunca más sería feliz. Pero la vida continúa y el amor curará sus heridas.