La obra que dio a Philip Roth el reconocimiento internacional que le ha acompañado hasta hoy.
La imagen de Alexander Portnoy como una persona tranquila y sin mancha tiene su contrapunto: en la intimidad, su deseo sexual es insaciable. En un lúcido diálogo con su psicoanalista, Portnoy da rienda suelta a sus frustraciones y complejos, y considera las posibles causas de su «condición»: la atención sofocante de sus padres, las presiones impuestas por su herencia judía y su enorme dificultad para relacionarse con mujeres si no existe una motivación sexual. Una aguda visión de la cultura judía y sus costumbres y una crítica, en ocasiones hilarante, al desmoronamiento del sueño americano.