El abuelo de mamá, es decir, mi bisabuelo, fue un gran jefe indio. Era bajito, tenía la piel color marrón y los ojos en forma de almendra. Pero el bisabuelo no llevaba plumas; usaba sombrero y bastón y era un señor muy elegante. El bisabuelo siempre quiso cruzar el mar y ver lo que había al otro lado...
Historia tierna y poética, incluso con una pincelada de romanticismo, en la que Marta Farias nos habla de un viaje que, en realidad, son varios: un viaje frustrado, un viaje realizado y, en el fondo, un viaje por las raíces de la genealogía de una familia. El abuelo de la protagonista siempre había soñado con cruzar el mar para conocer los lugares y la gente que vivía al otro lado. Nunca se presentaba la ocasión para emprender la ansiada aventura: los caprichos del
viento, un temporal pasajero y otros inconvenientes posponían el viaje. El más importante de esos aplazamientos fue el nacimiento de su hija. Con el paso del tiempo dejó de sentirse un joven intrépido para afrontar la travesía...
El océano juega un papel muy destacado en esta obra, como eje sobre el que gira la vida de los miembros de esta familia: para unos como frontera e ilusión, para otros como herencia emocional y puente hacia nuevas oportunidades... Cruzar el "charco" da pie luego a sentimientos como la nostalgia del hogar y los seres queridos. El viento que le traía al bisabuelo los aromas y colores de lo que había al otro lado del horizonte, era también lo que
con el tiempo le llevaría a su nieta los ecos de su país de origen.
Una historia sobre el mestizaje, los recuerdos, ilusiones y sueños, cumplidos e incumplidos. Un viaje de ida… y vuelta.
En cuanto a la propuesta visual, llena de vivos y alegres, Aitana Carrasco combina acrílico, acuarela, lápices, transferencias de grabados antiguos y barnices con los que logra un ambiente onírico. La horizontalidad de las ilustraciones refuerza el paso del tiempo y abundan los elementos simbólicos: barcos, cometas, animales... La introducción de cuadros y ventanas sugiere una suerte de metahistorias que enriquecen la obra, en la que la figura de la bisabuela no queda ausente.
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