Ochenta y ocho pensamientos para anclarse.
Empiezo por lo primero: el miedo siempre existe en relación con un deseo vehemente.
Y cuando se confunde con amor, ya no es, en modo alguno, esa vida más llena de dinamismo y alegría con la que soñamos; es todo lo contrario, un miedo desnudo y aniquilante. Sí, ciertamente, desnudo y aniquilante, una obsesión de la imaginación concentrada en una sola imagen o persona. Y a partir de ahí, perdemos el mundo y el mundo, a nosotros. El conflicto irresoluto en el fuero interno que nos impide llegar al compromiso entre el deseo y la defensa, y que siempre termina por afectar nuestra relación con los demás.
Termino con lo primero: la meditación o la terapia psicológica son dos posibles caminos para sostenernos en los vaivenes de la vida.
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