Café-Libro LA INVENCIÓN DE MOREL
El 6 de abril de 2019, a las 17.30 h, estrenaremos primavera lectora recuperando a un autor clásico de la literatura argentina contemporánea, Adolfo Bioy Casares, galardonado con el Premio Cervantes entre otros muchos reconocimientos. Su novela breve La invención de Morel , prologada por Jorge Luis Borges, quien la calificó como una aventura de la imaginación "perfecta", será la protagonista de nuestro café-libro.
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Sobre el libro:
Su trama ingeniosa, sabiamente desplegada y, sobre todo, la admirable originalidad de la idea en torno a la cual gira la acción, han convertido a La invención de Morel en una de las obras maestras indiscutibles de la literatura fantástica.
La invención de Morel, publicada en 1940, narra una extraña historia de amor protagonizada por un hombre y una mujer que viven existencias incompatibles en espacios y tiempos rivales. En ella, el talento de Adolfo Bioy Casares despliega una odisea de prodigios que, si en un primer momento no parecen admitir otra clave que la alucinación o el símbolo, son luego descifrados plenamente mediante un solo postulado fantástico, pero no sobrenatural. A propósito de esta obra Jorge Luis Borges escribió en su día: «He discutido con su autor los pormenores de su trama, la he releído; no me parece una imprecisión o una hipérbole calificarla de perfecta».
Un fugitivo acosado por la justicia llega en un bote de remos a una isla desierta sobre la que se alzan algunas construcciones abandonadas. Pero un día, ese hombre solitario siente que ya no lo es, porque en la isla han aparecido otros seres humanos. Los observa, los espía, sigue sus pasos e intenta sorprender sus conversaciones. Ése es el punto de partida del misterio, del tránsito continuo de la realidad a la alucinación, que poco a poco lleva al fugitivo hasta el esclarecimiento de todos los enigmas. Este libro puede compararse, por derecho propio, con los relatos más perfectos de Edgar Allan Poe.
(En la foto, Bioy Casares, su esposa la escritora Silvina Ocampo y Jorge Luis Borges, 1940)
Dice Marco Glantz en su ensayo Bioy Casares y la percepción privilegiada del amor: "La invención de Morel, «objeto artificial», es una ficción científica, policíaca, fantástica, pero sobre todo amorosa. Usando de una geometría implacable que pone en juego hipótesis que se van descartando por la razón, la isla desierta, poblada de imágenes, en la que el narrador de la ficción se confina, se convierte en la prisión amorosa, en el paisaje filosófico ideal donde se asienta el amor, libre del mundo, entregado a sí mismo: isla de libertad pero también isla interior donde la pasión se va anudando a la mirada. (...) El que narra, huye y narra su huida. Su narración precisa con sistema implacable un ejercicio minucioso de náufrago que, a diferencia de Robinson que naufraga al azar, busca y encuentra su isla perfecta. Perfecta porque parece asilarlo de una persecución en la que todas las fuerzas de represión lo acorralan. Es acorralado por las aduanas, por los documentos tenaces, por las redes de verdugos que entretejen las policías del mundo, por las leyes de una libertad condicionada a los retratos sellados que cubren los pasaportes bajo firmas filisteas de repúblicas tiranas. Acorralado va también por una búsqueda infinita de paraísos en una isla utópica de eterna primavera y soledad pausada, soledad de la que el amor pareciera estar ausente, como ausente también está el hombre. Robinson se encuentra de repente sobre la arena a la que lo han precipitado el desorden de los mares y su desobediencia indigna de puritano, pero Robinson repara con precisión pragmática los daños del naufragio y reconstruye una dimensión espacial que niega la isla, y nos devuelve a un puritanismo esencial que diviniza el trabajo ordenando el espacio y el tiempo para volverlos ingleses. La isla de Robinson es una antiutopía, porque niega la antítesis pastoril que opone el campo a la ciudad y comete la herejía de ordenar el paraíso siguiendo las reglas que la revolución industrial le impone. (...) El narrador del manuscrito desembarca en una isla hacia la que lo ha conducido su destino de perseguido. Encuentra un paraíso cuyo espacio ha sido violado por construcciones. Las factorías de Robinson vulneran el espacio paradisíaco, los edificios de Morel ostentan el orgullo de su gratuidad. Unas son obras del hombre que naufraga, las otras hacen naufragar al narrador. Ambas son invenciones, pero una ilustra la laboriosidad pedestre y mecánica del hombre, las otras exaltan su imaginación y pretenden su inmortalidad."
Sobre el autor:
Adolfo Bioy Casares. (Buenos Aires, 15 de septiembre de 1914 - 8 de marzo de 1999). Escritor argentino.
Nacido en una familia acomodada, recibe una educación esmerada y se interesa, desde bien joven, por la literatura. Su familia cuenta con una gran biblioteca que le sirve para acercarse a la literatura argentina y a los clásicos de la literatura universal, incluso en sus lenguas originales, como el inglés y el francés. Vive siempre en Buenos Aires, aunque a lo largo de su vida realiza numerosos viajes al extranjero. Uno de los primeros fue en 1928 cuando contaba con 14 años, por Egipto y Oriente Próximo.
En 1932 conoce a Jorge Luis Borges, co n quien entabla una amistad personal y literaria de por vida, y con quien posteriormente escribe muchas obras en colaboración, utilizando varios seudónimos que adoptaron entre los dos: C.I. Lynch, B. Suárez Lynch y el más conocido de todos, H. Bustos Domecq.
En 1940 se casa con la pintora y escritora Silvina Ocampo, perteneciente a una conocida familia de intelectuales argentinos. Abandona la universidad para dedicarse a escribir, alentado por Borges y por Silvina. Su carrera literaria empieza muy pronto, al publicar la novela La invención de Morel en 1941 y obtener así el Premio Municipal de Literatura de la Ciudad de Buenos Aires.
Posteriormente publica numerosos cuentos y participa en varias revistas literarias, como Sur. Además, junto a Borges, dirige una colección de novelas policiales, El séptimo círculo, crea la revista literaria Destiempo, prepara la Antología de los mejores cuentos policiales y escribe varios ensayos y traducciones. En 1941 publican la Antología poética argentina.
Muchas de sus obras son llevadas al cine y sus novelas y cuentos se traducen en numerosas lenguas. Se le considera el maestro del cuento y de la literatura fantástica. La impecable construcción de sus relatos y la claridad de su lenguaje son los rasgos más característicos de su narrativa.
En 1990 obtiene el Premio Miguel de Cervantes, máximo galardón de las letras hispánicas.
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